Andrea Bielli es Doctora por la Universidad del País Vasco (Programa Filosofía, Ciencia, Tecnología, Sociedad). Licenciada en Psicología y Licenciada en Ciencias Antropológicas por la Universidad de la República. Actualmente es Profesora Titular del Instituto de Psicología Clínica, Facultad de Psicología, Universidad de la República. Coordina el Grupo de investigación y desarrollo denominado “Saberes psicológicos y psicofármacos” (CSIC-UdelaR).
Resumen:
De un sueño arrebatado al soñante: las experiencias contemporáneas del dormir y del soñar. Andrea Bielli
Las experiencias del sueño y del dormir contemporáneas se caracterizan por encontrase mediadas por saberes expertos. Estos han venido a dar respuesta al enigma del dormir y del soñar proponiendo, por una lado, al sueño como objeto de la indagación científica de punta y, por otro, convirtiéndolo en objeto de intervención tecnológica. Como indica el historiador de las ciencias del sueño Kenton Kroker (2007), para que un objeto se convierta en un objeto científico es necesario que muestre rasgos de exotismo y de excepcionalidad. El sueño, esencialmente elusivo y evanescente, cumple con estos requisitos fundamentalmente por no ser accesible de forma directa. Los relatos individuales, singulares y subjetivos realizados por quien sueña a posteriori de la experiencia onírica no resultan confiables como fuentes de saber sobre el sueño y el dormir. ¿Cómo hacer visible entonces el sueño para la ciencia? Y una vez logrado esto, ¿qué consecuencias se desprenden de ello?
Para dar respuesta a estas preguntas es necesario reparar en dos cuestiones. La primera de ellas, el desarrollo de la llamada ciencia del sueño, que con sus procedimientos de laboratorio e instrumentos para el registro y traducción gráfica de la actividad cerebral durante el sueño, ha sido fundamental para otorgarle una forma de visualización al sueño que puede ir más allá del testimonio del soñante e imprimirle a lo onírico una nueva fisonomía. El sueño es así un sueño de laboratorio cuya imagen no alucinada es un gráfico nítido y certero. La segunda cuestión, es que esta imagen indiciaria del sueño, modifica la relación entre el dormir y el soñar en la medida en que el soñar se convierte en una mera expresión del dormir entendido como actividad fisiológica. Ya no es una persona quien sueña ni un sujeto, sino un órgano corporal específico: el cerebro.
En nuestros tiempos, el sueño es de este modo arrebatado al soñante por la ciencia experta, pero retorna hacia él bajo la forma de consejos y mandatos de lograr un “sueño saludable”. La instauración del sueño saludable como una obligación moral propone ciertas paradojas que caracterizan la experiencia del sueño contemporánea: la ilusión de controlar un fenómeno por definición no controlable y la contradicción de prometer la recuperación de un sueño natural a través del artificio. Ambas paradojas vertebran el afán de gobernar y controlar este más allá de la vigilia.
No preguntamos entonces, ante este arrebato del sueño al soñante y ante los intentos de dominación del dormir y del soñar ¿es posible una rebelión onírica?